Investigadores cuestionan la inversión gubernamental, dadas las incertidumbres sobre la tecnología.
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The Mexican government has worked with members of its Air Force to disperse particles into clouds with the aim of increasing precipitation. (Spanish translation: El gobierno mexicano ha trabajado con miembros de su Fuerza Aérea para dispersar partículas dentro de las nubes con el objetivo de incrementar la precipitación.)Credit: Jesús Bustamante/Reuters
Los agricultores en México, desesperados por tener más lluvia, están solicitando al gobierno que ‘bombardee’ las nubes. El país está experimentando su segunda sequía más severa en una década, y los agricultores temen por sus cosechas y ganado. Así que le han pedido al gobierno mexicano que use la tecnología de siembra de nubes para ayudarlos.
En marzo, la Comisión Nacional de Zonas Áridas (Conaza), una rama de la Secretaría de Agricultura del país, anunció que comenzaría a implementar un programa de estimulación de lluvias en los estados de Tamaulipas y Baja California, al noreste y noroeste del país, respectivamente.
Sin embargo, científicos advierten que hay poca evidencia de que la siembra de nubes funcione, a pesar de que el gobierno mexicano diga que ha tenido éxitos. La idea detrás la siembra de nubes es dispersar partículas — usualmente yoduro de plata cristalino — dentro de las nubes. Dado que las partículas tienen estructuras parecidas al hielo, atraen gotas de agua que se concentran en un núcleo alrededor de ellas; eventualmente, las gotas se vuelven lo suficientemente pesadas para caer en forma de lluvia o nieve.
Principalmente hay “prueba teórica” de que la siembra de nubes puede aumentar la precipitación, dice Fernando García, un físico de nubes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UMAM), en la Ciudad de México. Algunos experimentos rigurosos han resultado en modestos incrementos en la precipitación, pero no hay evidencia de que vaya a funcionar todas las veces, dice García. “Puedo modificar [una nube]. Lo que yo no sé es si voy a aumentar la lluvia o inclusive suprimirla, porque también puede pasar esto”.
La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) de México y Conaza no respondieron a las solicitudes de comentarios de Nature.
Bombardeando las nubes
El gobierno mexicano está trabajando con la compañía Startup Renaissance para implementar su campaña de siembra de nubes. Alejandro Trueba, un ingeniero agrónomo y el fundador y director de la compañía, se acercó a Sader en 2019, ofreciendo combatir la sequía del país con RainMate, una tecnología a base de yoduro de plata desarrollada por él para incrementar la precipitación de lluvia. Un año después, Sader decidió iniciar sus esfuerzos de siembra de nubes, y Trueba estableció su compañía.
México comenzó a conducir experimentos de modificación del estado del tiempo en los años cuarenta, dice García, pero la investigación ha sido escasa a lo largo de las décadas. Desde que Trueba se involucró, Conaza ha realizado al menos cinco programas de siembra de nubes, cada uno de los cuales ha enviado múltiples veces un avión para que disperse partículas dentro de las nubes. Con base en esos programas, la institución ha reportado que la tecnología es 98 % efectiva en mitigar los impactos de la sequía; además ha extinguido al menos 25 incendios forestales y ha llenado presas y acuíferos.
A través de una solicitud de transparencia en México, Nature le solicitó a Conaza documentos que mostraran cómo la institución evalúa los éxitos del programa. Conaza entregó 150 páginas sobre el programa, con información de 2020 hasta 2022, en la que declara que no es una institución de investigación o regulación tecnológica, y que eligió Startup Renaissance porque la compañía prometía eficiencias mayores de 90 % con su tecnología RainMate. Los documentos también muestran que Conaza evalúa el éxito al comparar las mediciones captadas por pluviómetros después de sembrar las nubes con la cantidad de precipitación pronosticada en la región con antelación.
El problema con este enfoque es que los pronósticos de tiempo no son totalmente acertados. Es posible que las nubes hubiesen producido lluvia de cualquier forma sin sembrarlas, dice García.
Trueba confirmó a Nature que la compañía está “midiendo [sobre los] impactos, y no sobre una base meteorológica científica”.
Sarah Tessendorf, una física de nubes en el Centro Nacional de Investigación Atmosférica de Estados Unidos en Boulder, Colorado, dice que existe cierta evidencia de que la siembra de nubes funciona. Ella es la investigadora principal del proyecto Nubes de Invierno Orográficas Sembradas y Naturales: El Experimento de Idaho (SNOWIE), que en 2020 reportó crecimiento de cristales de hielo y caída de nieve durante tres eventos de siembra de nubes1. Tessendorf y sus colegas calculan que, sobre un área de aproximadamente 2.000 kilómetros cuadrados, esos experimentos generaron una caída de nieve equivalente al agua necesaria para llenar 300 piscinas olímpicas.
Sin embargo, ella no sugiere usar la siembra de nubes para ponerle fin a una sequía. “Para empezar, necesitas tener nubes y tormentas que se puedan sembrar”, dice.
Hay formas de medir si la siembra de nubes ha funcionado, dice Tessendorf. Una es usando un grupo de control de nubes — sembrar algunas nubes, pero no otras, en donde las condiciones son similares — y correr un experimento estadístico “por años y años — idealmente décadas”, dice.
La otra forma es con simulaciones. Los modelos informáticos actuales pueden predecir cómo se comportan las nubes con y sin siembra. Los investigadores comparan los resultados de esos modelos con mediciones de cuánta agua tienen las nubes antes y después de haber sido sembradas con yoduro de plata, añade.
Análisis costo-beneficio
En 2022, un comité científico asesor del Sistema Nacional de Protección Civil (Sinaproc) le recomendó a Conaza no implementar proyectos de siembra de nubes sin antes completar una serie de tareas como un análisis de costo-beneficio, una verificación de los éxitos de la tecnología en incrementar la precipitación de lluvia y estudios para evaluar los impactos medioambientales del yoduro de plata. “De otra forma, se ocasionan grandes pérdidas económicas locales, estatales y federales al destinar recursos en proyectos de modificación del tiempo cuyas hipótesis de incremento de precipitación no han podido ser validadas”, decía la recomendación.
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Worried about their crops and livestock, farmers have asked the Mexican government for help in the face of extreme drought. (Spanish translation: Preocupados por sus cultivos y ganado, los agricultores le pidieron al gobierno mexicano ayuda frente a la sequía extrema.)Credit: José Luis González/Reuters vía Alamy
Después de recibir la recomendación del comité, Conaza envió una respuesta (una copia de esta fue compartida con Nature). Conaza dijo que, en 2021, las sequías obligaron a los productores agrícolas y ganaderos a solicitar apoyos al gobierno para cubrir las pérdidas financieras que esperaban tener, pero que la secretaría no contaba con los recursos para hacerlo. (Ese año, el gobierno eliminó el Programa de Aseguramiento Agropecuario, que en 2020 contaba con un presupuesto de 605 millones de pesos mexicanos — aproximadamente 33 millones de dólares estadounidenses— y cuyo objetivo era proteger a los trabajadores del campo contra pérdidas relacionadas con el estado del tiempo). Conaza dijo que vio a la siembra de nubes como una solución. Le pidió al comité desestimar su recomendación, citando los éxitos del programa, incluidos el llenado de presas con aproximadamente 30 millones de metros cúbicos de agua para consumo humano.
El programa de siembra de nubes costó aproximadamente 15 millones de pesos mexicanos en 2021, de acuerdo con estimaciones de la Conaza.
La agencia no respondió a las preguntas de Nature sobre su solicitud al comité de retractarse en su recomendación.
Manejo de agua
Incluso si se probara que la siembra de nubes es exitosa, tener más lluvia no resolverá los problemas de agua del país, dice Abelardo Rodríguez, un consultor de economía del agua basado en Querétaro, México. El manejo de agua también es un problema. “La población de México ha aumentado dramáticamente, pero los recursos de agua no”, dice.
Resolver la crisis hídrica de México requiere un conjunto de acciones coordinadas — como mejorar las regulaciones y crear una cultura de conservación entre los ciudadanos y la industria — que son complicadas debido a la política, añade.
Trueba está de acuerdo. Le dijo a Nature que le gustaría ver al gobierno invertir en una estrategia multisectorial para resolver la crisis.
En particular, el país podría invertir más en desalinizar agua, y en el uso de sistemas de irrigación que ahorren agua, dice Guillermo Murray, un científico medioambiental de la UNAM. Pero hacer que el gobierno y sus ciudadanos implementen cambios será un desafío. “Detrás de todo gran problema tecnológico hay un problema social”, dice García.